Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.

1918 no fue un año para olvidar. No hubo instancias ordinarias de exámenes, ni horas de clase regulares. Los universitarios no gozaron de un año lectivo común y corriente. La lucha reformista permitió que naciera una nueva Universidad.

La conquista de los estudiantes cordobeses fue gloriosa, y el mundo no pudo perdonar que la autoría intelectual de tal gesta le correspondiera a un puñado de jóvenes pueblerinos y no a alumnos cosmopolitas.

Delfina y Gregorio vivirán su historia de amor en medio de esta revolución. Sus mentes y sus almas florecerán y estallarán contagiadas por el espíritu de la época, aunque sus vidas pagarán por un error de la carne…