LINA: —¿Lo leíste entero, entonces?
FAUSTO: —Sí. El gran Gatsby me dejó con una mezcla rara… como si algo hermoso se rompiera en silencio.
LINA: —¿Por Gatsby?
FAUSTO: —Por él, por Daisy, por todo ese mundo tan brillante por fuera y tan vacío por dentro. Es como si todos fingieran… menos el narrador.
LINA: —Nick, ¿no? El único que parece ver las grietas.
FAUSTO: —Exacto. A veces sentía que él era el único cuerdo en medio de esa fiesta eterna.
LINA: —A mí lo que más me pegó fue la idea de que Gatsby creía poder recuperar el pasado.
FAUSTO: —Sí. “Puedes repetir el pasado”, decía… y ahí está el drama. Creer que el tiempo puede doblarse solo con fuerza de deseo.
LINA: —¿Y el final?
FAUSTO: —Spoiler: Te parte. Pero también te deja pensando: ¿cuántas veces idealizamos algo hasta rompernos?
LINA: —Muchas más de las que queremos admitir…
FAUSTO: —Es un libro triste, pero tan hermoso.
LINA: —Como un recuerdo al que volvés aunque sepas que duele.
💡 Por qué seguir leyéndolo hoy:
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Porque habla del precio de los sueños en una época de excesos.
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Porque Gatsby somos todos, alguna vez: creyendo que el amor (o el pasado) puede reconstruirse.
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Porque cada lectura revela algo nuevo, como una melodía que suena diferente con los años.
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